Por Antonio Rossi

En medio de las protestas de los usuarios por las complicaciones para trasladarse y la inacción del Gobierno de Javier Milei para resolver el problema que requiere un ajuste tarifario o un aumento de subsidios; el paro de colectivos en la región metropolitana del AMBA puso en evidencia la doble y atípica interna que se registra entre los dirigentes gremiales y los grupos empresariales del sector.
La medida de fuerza convocada por el sindicato de choferes de la UTA que comanda el histórico Roberto Fernández en reclamo de una actualización salarial se topó con un inusual boicot de la Unión de Conductores de la República Argentina (UCRA) liderada por el moyanista Miguel Bustinduy. Con el apoyo explícito de los directivos del grupo DOTA –el mayor transportista de pasajeros de la región metropolitana—, las huestes de Bustinduy salieron a trabajar normalmente dejando off side y desdibujada a la conducción de la UTA.
A contramano de la belicosidad y los ceses de actividades que había llevado adelante durante la administración de Alberto Fernández, ahora la UCRA piloteada por Bustinduy sacó los colectivos a la calle y ayudó a que los dueños de DOTA quedaran bien parados con la gestión libertaria.
Manejado por los hermanos José y Ángel Faijá, DOTA tiene como socios en distintas trazas a los empresarios del transporte de pasajeros Luis Rodríguez y José Santoli. Tras la tragedia ferroviaria de Once que derivó en la caída de Trenes de Buenos Aires (TBA) y del consorcio de colectivos Cometrans que lideraba el clan Cirigliano, DOTA se convirtió en el principal operador del negocio de los ómnibus del AMBA.
Entre empresas controladas y asociadas, el grupo concentra actualmente 68 líneas de colectivos de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, transporta casi 35% de los 9 millones de pasajeros diarios que se movilizan en la región y cobra mensualmente algo más de $ 50.000 millones de subsidios que desembolsan las autoridades nacionales, el gobierno bonaerense y la administración porteña.
La disputa entre Bustinduy y el titular de la UTA nació a mediados de la década pasada, cuando el grupo de Fernández que tiene las riendas del gremio desde 2008 comenzó a a ponerle trabas internas a la facción disidente para que no pueda escalar en la estructura sindical.
El momento más candente de esa disputa gremial interna se registró a fines de diciembre de 2019, cuando a pocos días de la asunción de Alberto Fernández, un grupo de personas y choferes alineado a la corriente opositora atacó y saqueó la sede central de la UTA, ubicada en el barrio porteño de Balvanera. El timonel de la UTA había logrado escapar de ese ataque por los techos de edificios linderos.
En las últimas elecciones internas realizadas en 2023, si bien Fernández pudo retener el poder a nivel nacional; Bustinduy consiguió arrebatarle el control de cinco seccionales claves que son las de Córdoba, Santa Fe, Jujuy, Santiago del Estero y Mar del Plata.
Desde su aparición en el escenario, Bustinduy contó con dos respaldos esenciales: el de Hugo y Pablo Moyano en el plano gremial y el brindado por dueños de DOTA.
En el caso del grupo colectivero, esa alianza por conveniencia le ha permitido contar con dos ventajas significativas. Por un lado, negociar las cuestiones internas y operativas con una asociación más pequeña con la que tiene un interés común que es evitar el avance y la interferencia de la conducción oficial de la UTA.
Por otro lado, utilizar la “combatividad” de ese agrupamiento interno sindical como un elemento de presión ante las autoridades nacionales a la hora de reclamar aumentos de tarifas o una determinada regulación que le resulte favorable.
En el ámbito empresarial, DOTA controla una de las cinco entidades que agrupan a los dueños de los colectivos del AMBA. Se trata de la Cámara Empresaria del Transporte Urbano de Buenos Aires (Cetuba), a la cual las restantes --CEAP, AAETA, Ceutupba y CTPBA--le endilgan tener un doble discurso.
Puertas adentro del sector, los directivos de DOTA al frente de Cetuba reconocen que los salarios de los choferes están atrasados y que se deberían actualizar. Pero, en las últimas reuniones paritarias no llevaron ninguna propuesta de aumento y fueron los únicos que se opusieron a dar cualquier tipo de mejora en los sueldos si antes las autoridades no ajustaban las tarifas o los subsidios.
Las empresas colegas también le reprochan a DOTA que, en este conflicto, haya terminado jugando a favor del Gobierno, al poner toda su “artillería” de colectivos en circulación con la ayuda del gremio de Bustinduy.
Fuente: Nota Editada en LetraP